La majestuosidad del Monte Spurr, un estratovolcán cubierto de nieve ubicado en Alaska, Estados Unidos, muestra señales preocupantes desde abril de 2024. Los científicos detectaron una serie de pequeños temblores que sugieren el movimiento de magma bajo la montaña, una situación que podría culminar en una erupción explosiva.
Durante aquellos eventos, el Crater Peak expulsó columnas de ceniza que alcanzaron los 20.000 metros de altura. Las probabilidades actuales de una nueva erupción se estiman en un 50%, según los datos proporcionados por el equipo científico del observatorio.
La experiencia previa demuestra que el Monte Spurr atravesó periodos de inquietud sin llegar a la erupción. "En 2004 y 2005, el volcán experimentó un incremento en la actividad sísmica, pero se calmó hacia 2006", recordó Haney al describir el comportamiento histórico del macizo.
Los especialistas consideran poco probable una erupción desde el cráter principal, un evento que no ocurre desde hace 5.000 años. La migración de los sismos hacia el Crater Peak sugiere que la actividad se concentrará en el flanco de la montaña.
Impacto potencial en Estados Unidos
Un escenario eruptivo podría generar avalanchas de gas caliente, ceniza y roca que se desplazarían a más de 320 kilómetros por hora en ese paradisíaco paisaje de Estados Unidos. El derretimiento de hielo y nieve provocaría flujos de lodo llamados lahares, mientras que una erupción desde la cumbre podría liberar flujos de lava desde el cráter.
La última vez que el Crater Peak entró en erupción, en 1992, las operaciones del aeropuerto de Anchorage se interrumpieron y la ciudad quedó cubierta por una capa de ceniza de 3 milímetros. Hoy, con un tráfico aéreo mucho mayor, las consecuencias podrían ser más significativas para la aviación comercial entre Norteamérica y Asia.