David Cunningham - músico y enólogo mendocino radicado en California
La guitarra acompaña al enólogo desde su infancia. El vino y la música se entrelazan en su vida.
Foto: Gentileza David Cunningham
En una de sus visitas por año a su Mendoza natal se encontró con su amigo Víctor Silione en su Reloj de Arena Estudio. Esa amistad que entretejen desde principios de siglo, y que se comparte entre mates, discos y copas de vino, se convirtió en el desenlace de aquel juego infantil para meterse a grabar.
El resultado fue "Saltando Acequias and the Cost-of-Living Band", un álbum que mezcla sonidos folk, indie, raíces latinoamericanas, poesía y mucha pero mucha emoción. Un proyecto artesanal y colaborativo que nació del desarraigo y que celebra los vínculos, la memoria, o simplemente la belleza de crear algo sin apuro, como la fermentación de un buen vino. Sin la búsqueda de famas ni escenarios masivos.
Cuando la música madura como el vino
A la distancia, el título del disco que acaba de publicar el enólogo David Cunningham a sus 42 años remite a su Mendoza natal, al sonido del agua agitado por bullicios de aquellas calles cercanas al Puente Olive que lo vieron crecer. Pero también puede sonar a ironía el "The Cost-of-Living Band", una especie de broma sobre el costo de estar vivo y el costo emocional de una banda que habita lejos de casa.
En esta entrevista con Diario UNO, David habla con calidez y profundidad sobre el detrás de escena de su propuesta musical, su doble vida entre vinos y canciones propias, y el modo en que la música le permitió reconectar con sus afectos más allá de la distancia.
No tengo un gran objetivo con el disco, menos en estos tiempos en los que nadie tiene tiempo de escuchar una canción de tres minutos. Lo hice simplemente porque sentí que tenía que hacerlo, era darle un fin a esas canciones que estaban dando vueltas en mi vida No tengo un gran objetivo con el disco, menos en estos tiempos en los que nadie tiene tiempo de escuchar una canción de tres minutos. Lo hice simplemente porque sentí que tenía que hacerlo, era darle un fin a esas canciones que estaban dando vueltas en mi vida
David Cunningham - músico y enólogo mendocino radicado en California
Cunningham trabaja en una bodega en California, elaborando vinos de la cepa insignia de allí: la uva Zinfandel.
Foto: Gentileza David Cunningham
Todo comenzó en enero de 2022, cuando Cunningham visitó a Silione en su estudio de grabación. Entre mates y charlas musicales, su amigo le propuso grabar algo. Pero él no tenía ninguna canción lista para hacerlo, aunque había llevado su guitarra. Así que, sin pensarlo, tocó la única pieza que sabía sin esfuerzo: "Knockin' on Heaven's Door" de Bob Dylan. Sin saber que ese tema sería el primero de los siete que incluye su disco debut.
A partir de ese instante, la "calesita musical" de Cunningham comenzó a girar, gracias al impulso de su amigo Silione y al aporte de músicos -en su mayoría, mendocinos- de distintas partes del mundo que sin moverse de sus lugares aportaron sus talentos para darle vida a "Saltando Acequias...". Es más, el enólogo revela que "a muchos de los músicos que participaron en mi disco no los conozco personalmente".
Un disco hecho a distancia, sin estudio compartido
Desde las baterías y bajos de Pablo Quiroga y Javier Guajardo hasta los solos envolventes de Gabi Amendola, cada tema tiene su historia. Jose Quiroga suma su magia en "Desierto", mientras que "Out there" se construye con las capas sonoras de Demian Ortiz Abal y Mati Sánchez.
La trompeta de Leonardo "Fugy" Altavilla eleva "Adrenalina", y el piano y Hammond de Lucas Russo dan profundidad a "Knockin' on Heaven's Door". La producción es de Víctor Silione, quien, además de dirigir el proyecto, aportó violines, acordeón y coros. El toque final, la masterización, estuvo en manos de Omar Duarte.
Por su parte, Cunningham grabó su voz y guitarras acústicas en Mendoza, sellando un disco que es, en esencia, un puente entre su tierra natal y su presente en California. Y que ya se puede escuchar en plataformas digitales.
David Cunningham y Víctor Silione
Junto a su amigo músico, el mendocino Víctor Silione, grabó su primer disco David Cunningham.
Foto: Gentileza David Cunningham
-¿Cómo fue grabar con músicos de distintas latitudes, sin estar todos en el mismo estudio ni al mismo tiempo?
-Fue una aventura, no quise armar una especie de banda virtual pero salió así. Con Víctor me une la amistad, a todos los conocía por la música, pero hay algunos con los que todavía no he hablado en persona, no se ha dado el encuentro. Las bases se grabaron todas en Mendoza.
Tengo un amigo músico, Demián Ortiz Abad, que es mendocino y vive en Canadá desde muy chico. Le mandamos los audios y él grabó sus guitarras. Otro amigo está en España, Mati Sánchez, nació en Buenos Aires pero vivió en Mendoza toda su vida, es licenciado en Enología recibido conmigo pero nunca ejerció. Lo suyo siempre fue la música, toca el piano, y desde España aportó al disco con su piano en una canción.
Disco de David Cunningham - músico y enólogo mendocino radicado en California
Portada del álbum de Cunnigham, grabado en diferentes partes del mundo.
Foto: Gentileza David Cunningham
Gabi Amendola es mi profesor de guitarra, desde Buenos Aires nos mandó los audios, grabó las guitarras en “Instrumental en La”. Y Lucas Russo, desde Rosario, también tocó el piano y el Hammond para la canción de Bob Dylan. A Javi Guajardo y "Fugy" Altavilla no los conozco en persona.
“La música y la enología nacen más o menos al mismo tiempo”
–¿Cuándo y cómo surge la música en vos? ¿Y la enología?
–Estoy tratando de hacer memoria y desde muy chico, pero más que nada fue al principio de la secundaria que me empecé a interesar por la guitarra, y en algún momento tuve una guitarra que era un despelote, horrible, hasta que en esa intención que yo tenía de tocar la guitarra, un tío, amigo de mi papá, el tío Jorge, me prestó una guitarra un buen tiempo. Después, como a los 15 años, compré la guitarra a un amigo, Pedro Báez, que me la vendió muy barata y todavía la tengo y es hermosa. Siempre me gustó la guitarra, fui un par de veces a un profesor, pero era muy desordenado para estudiar.
Y la enología nace más o menos en la misma época, fui a la escuela Pouget que estaba en Bermejo, en ese momento era una escuela técnica y me recibí de técnico enólogo. A los 12 años empecé a podar, en la escuela hacíamos vino, era muy divertido hacerlo en una finca de 20 hectáreas con la escuela en el centro. Y además el vino estaba presente en mi casa, siempre.
–¿Ambas actividades siempre fueron de la mano en tu vida?
–Sí, las dos actividades siempre fueron de la mano. La enología por la escuela y de chico también armé una banda con mis primos Diego y Facundo, Fengshama, en la que tocaba la guitarra. Cuando terminé la secundaria hice medio año de Filosofía y abandoné. Me había gustado mucho microbiología en la secundaria, era bastante desastroso en la escuela pero lo que me parecía más fácil de entender era cómo se hacía el vino y la parte de las fermentaciones me llamaba mucho la atención.
Me metí a la Universidad, en Don Bosco, allá en Rodeo del Medio, empecé a hacer vendimias, alguna plata que empecé a ganar la invertía en guitarra, equipos de música Me metí a la Universidad, en Don Bosco, allá en Rodeo del Medio, empecé a hacer vendimias, alguna plata que empecé a ganar la invertía en guitarra, equipos de música
David Cunningham - músico y enólogo mendocino radicado en California
Con su mujer Cecilia y sus dos hijas vive David en California desde hace 10 años.
Foto: Gentileza David Cunningham
Su vida en California, entre familia y vinos con historia
–¿Cuánto hace que vivís en Estados Unidos y por qué te fuiste?
–Cecilia, mi mujer, es ingeniera agrónoma y trabajaba en la misma empresa que trabaja ahora, que provee a las bodegas de madera y tecnología. Le ofrecieron venir a California, así que nos casamos y nos vinimos. Estábamos construyendo en ese momento una casa en Mendoza, y dejamos todo y nos vinimos, no teníamos hijos. Yo estaba casi recibido de enólogo y en California vimos la oportunidad, conseguí trabajo fácil y Cecilia sigue trabajando para la misma empresa que la trasladó. Tenemos dos hijas.
–¿En qué bodega de California trabajás?
–Trabajo para una compañía que se llama Constellations, son los dueños de la cerveza Corona y de la cerveza Modelo. Trabajo para los vinos de The Prisoner Wine Company, y trabajo mucho con la variedad Zinfandel que es icónica de California, fue muy importante en los ‘80, ahora ha caído un poquito en desgracia pero sigue siendo una de las principales variedades de California. Estoy abocado a la marca Saldo de la bodega.
“El vino y la música comparten algo muy visceral”
–¿Qué vínculo hay, para vos, entre vino y música? ¿Cómo se conectan?
–Ambas cosas están ligadas a lo que te pasa por adentro. No sé si son oficios tan técnicos. En mi experiencia personal, las mejores decisiones enológicas fueron siempre bastante viscerales. Y con la música me pasa lo mismo. Las canciones no me salen cuando me siento a escribir, sino cuando me pasa algo en el encuentro con los acordes. Me pasa algo en lo emocional. Hay una cosa de entrega en las dos actividades. Uno puede ser muy racional, pero hay algo del espíritu que está en juego. El vino y la música se dan la mano ahí. Por eso también siento que es un disco muy mendocino, y muy mío. Por más que se grabó desde muchos lados del mundo.
Uno puede ser muy racional, pero hay algo del espíritu que está en juego. El vino y la música se dan la mano ahí Uno puede ser muy racional, pero hay algo del espíritu que está en juego. El vino y la música se dan la mano ahí
En la enología lo que me inspira es la belleza, a veces encontrás un viñedo que es fantástico, tenemos un tasting room en el que generamos vino para muy poquitas partidas, y eso nace de cosas que encontramos durante la vendimia que nos parecen sobresalientes. Eso es la belleza, lo que me inspira a decir: "Esto está muy bueno, hay que mostrarlo".
David Cunningham - músico y enólogo mendocino radicado en California
El enólogo y músico habla aquí también de la crisis en la industria del vino en Estados Unidos.
Foto: Gentileza TPWC
Y en cuanto a la música, cuando llego a casa agarro la guitarra, me siento y por más que esté viendo televisión, estoy con la guitarra encima, y voy tocando cualquier cosa, y encuentro cualquier cosa que me genere una emoción en la guitarra, no es que solamente puede sonar bien, sino también cualquier sonido o secuencia de acorde que me genere algo, eso es lo que me inspira. Puede ser tristeza, puede ser alegría, puede ser belleza, enojo...
El consumo del vino, una obra de arte en crisis
-¿Elaborar un vino es una obra de arte, como crear una canción?
-Sí, claro, crear un vino es lo mismo que hacer una canción. Y desde mi punto de vista, siempre se entrelazan. Se necesita tener una capacidad, una sensibilidad para interpretar o para producir un vino.
En Estados Unidos hay una crisis terrible con la industria del vino, el consumo ha caído terriblemente, hay muchos viñedos que no se podaron, hay viñedos que se están levantando, hay demasiado vino a granel porque hay menos consumo y es una crisis que va a ser tendencia mundial. Y como obra de arte no me gustaría que el vino se aleje del consumidor.
En Estados Unidos hay una crisis terrible con la industria del vino. Y como obra de arte no me gustaría que el vino se aleje del consumidor En Estados Unidos hay una crisis terrible con la industria del vino. Y como obra de arte no me gustaría que el vino se aleje del consumidor
David Cunningham - músico y enólogo mendocino radicado en California
Para él, la música y el vino son obras de arte que se hacen desde el corazón y no tanto desde la razón.
Foto: Gentileza David Cunningham
El vino puede hacerse muy complejo y hay gente que seguramente va a estar contenta de disfrutar de toda esa complejidad, pero nos olvidamos de un montón de gente que no le interesa prestarle atención a toda esa complejidad, y esas son las marcas que han caído, las del consumo masivo.
El deseo de volver al origen
-¿Está en tus planes volver a vivir a Mendoza?
-Sí, con Cecilia tenemos muchas ganas de volver, las nenas están creciendo y y estamos pensando en armarnos la vuelta. Tenemos muchas ganas de volver a vivir en Argentina. No sos el mismo estando afuera, vas a ser siempre alguien que no sos de ese lugar.
Muchas veces siento que estoy viviendo la vida de mi abuelo, él era escocés y llegó a Mendoza. Siempre fue “el gringo” en Mendoza y yo siento que acá también soy el sapo de otro pozo porque sos distinto, tenés distinta cultura, te reís de cosas distintas.