Entrevista

Alicia Correa Silvano es una mujer multifacética que sabe cómo liberarse de las etiquetas

Las etiquetas no caben en la vida de esta tupungatina que se desempeña en la arquitectura, la música, la lutería y el arte iconográfico con la misma pasión

Arquitecta, artista iconográfica, sommelier de té, aprendiz de lutier y violinista. Pero también gestora, inventora, exploradora. A los 37 años, Alicia Correa Silvano parece desafiar todas las etiquetas. Busca romper con ese mandato cultural de que el éxito pasa por sobresalir en una actividad. "A veces me pesa, pero tal vez mi destino sea hacer de todo un poco", confiesa.

Nacida en Tupungato, hija de un viticultor y de una escribana, Alicia reparte sus días entre múltiples pasiones que van desde el arte sacro hasta la tecnología, sin perder el hilo de lo que la mueve: la curiosidad, la capacidad de asombro y la libertad de crear.

Durante la pandemia fue una de las personas detrás de las máscaras protectoras que circularon por hospitales y puestos sanitarios en Mendoza. También cofundó Nodo 39, un laboratorio de prototipado donde se cruzan el diseño, la electrónica, la impresión 3D y el corte láser.

Alicia Correa Silvano, artista iconográfica, violinista, lutier, creadora de impresoras 3D y arquitecta
La música es parte de la vida sin etiquetas de Alicia. Estudia violín y aprende lutería para fabricar su propio instrumento.

La música es parte de la vida sin etiquetas de Alicia. Estudia violín y aprende lutería para fabricar su propio instrumento.

Pero más allá de la arquitectura, su título profesional, lo que define a Alicia es su decisión de no quedarse quieta ni atada a una sola disciplina. Y tal es su inquieta vida que hasta repara drones.

Con cierta timidez aunque consciente en que su historia puede inspirar al lector, Alicia Correa Silvano se entrega a una charla íntima con Diario UNO.

En misa y por un monje descubrió el arte iconográfico

-¿Cómo empieza tu vínculo con el arte iconográfico?

-Desde chica iba a misa en un monasterio de Tupungato. Ahí conocí al monje Oscar Portillo que pintaba íconos religiosos, y eso me fascinaba. Siempre me interesó pintar, tomé muchos talleres desde pequeña. Pero lo del monje me marcó y él es mi maestro en esto. A los 18 años me animé a participar de sus talleres. Empecé ahí, en el monasterio, aprendiendo la técnica que no es fácil.

-¿Cómo describirías el arte iconográfico para quien no lo conoce?

-Es una forma de teología, una manera de rezar a través del arte. Se cuenta la historia de la religión, sobre todo la católica, mediante imágenes: la Virgen, los santos, personajes bíblicos. Técnicamente es muy particular. Se usan pigmentos naturales extraídos de la tierra o los minerales y se mezclan con yema de huevo. Se pinta sobre madera, con muchas transparencias y luces. Es muy diferente a la pintura tradicional, donde vas agregando sombras. Acá es al revés: vas agregando luces.

Alicia Correa Silvano pintando arte iconográfico en Tupungato.jpeg
En su casa familiar de Tupungato, Alicia se inspira para desarrollar su arte iconográfico. Pinta desde niña.

En su casa familiar de Tupungato, Alicia se inspira para desarrollar su arte iconográfico. Pinta desde niña.

-¿Mostraste tus obras en algún lugar?

-No, nunca expuse mis pinturas más allá de lo privado. Tampoco las comercializo. Lo hago porque me conecta con algo interno. Y además, en mi familia no hay antecedentes artísticos. Soy un poco la oveja negra (ríe).

Cuando la arquitectura no es el fin, sino el medio para una vida sin etiquetas

-¿Y la arquitectura cómo encaja en todo esto?

-Para mí, la arquitectura no es un fin en sí mismo. Es un medio que me permitió explorar otras facetas. La arquitectura es el arte mayor, puede cobijar a todas las otras artes. Eso me abrió el camino para seguir indagando en lo que me apasiona.

La arquitectura no es un fin en sí mismo. Es un medio que me permitió explorar otras facetas. La arquitectura no es un fin en sí mismo. Es un medio que me permitió explorar otras facetas.

Alicia Correa Silvano, artista iconográfica, violinista, lutier, creadora de impresoras 3D y arquitecta
La lutería es otra de las actividades que le apasionan. Ha construido guitarras y ahora está haciendo una mandolina.

La lutería es otra de las actividades que le apasionan. Ha construido guitarras y ahora está haciendo una mandolina.

-Además tenés una relación muy orgánica con la música también…

-Sí. Empecé a estudiar música a los 10 años. Siempre he tenido instrumentos en casa: guitarra, flauta, armónica. Hace unos cuatro años empecé violín en una escuela artística en la capital de Mendoza. Según mi maestra, Vichi Palero, es un instrumento muy ingrato (ríe), porque cuesta mucho dominarlo. Estoy aprendiendo y a la vez trato de vencer el miedo a tocarlo frente al público.

Alicia Correa Silvano, artista iconográfica, violinista, lutier, creadora de impresoras 3D y arquitecta
Alicia Correa Silvano tiene un profundo amor por la música. Ahora toca el violín.

Alicia Correa Silvano tiene un profundo amor por la música. Ahora toca el violín.

-¿Y cómo llegás a la lutería?

-Compré un violín común para estudiar, pero me quedó la inquietud de hacer uno propio. Me inspiró una compañera de los talleres de iconografía que vive en Buenos Aires, y su hijo se había hecho uno. Buscando en Facebook encontré un taller de lutería y me anoté. Empecé haciendo una guitarra clásica, después una guitarra viajera, más chiquita, y ahora estoy con un ukelele. Este año voy a construir una mandolina, que tiene la misma afinación que el violín, y de ahí sí me voy a animar a hacer mi propio violín.

-¿Cómo es ese mundo siendo mujer?

-Hay pocas mujeres lutiers, es cierto. Y no sé por qué. El primer año éramos tres mujeres en el taller que tomo con Jorge Crombas, pero las otras dos dejaron enseguida. El segundo año fui la única. Recién ahora hay más chicas, aunque los hombres siguen siendo mayoría. Tal vez se cree que se necesita fuerza para algunas tareas de lutería, pero en los detalles finos y en la paciencia creo que nosotras tenemos mucho para aportar.

La tecnología también abarca el "universo Alicia"

-Tu recorrido parece estar siempre atravesado por esa mezcla entre arte, técnica y búsqueda personal…

-Sí, totalmente. Me cuesta definirme. La curiosidad es lo que más me marca. No puedo tener un trabajo de oficina de 8 a 17. Siempre fui adaptando mi vida profesional a estas actividades paralelas. Di clases en la Universidad de Mendoza, trabajé organizando eventos de tecnología. Todo eso me sirvió para sostener las otras cosas que me apasionan.

-Durante la pandemia estuviste muy activa también en un proyecto de innovación y solidario…

-Con impresoras 3D hicimos máscaras de protección contra el Covid. Eran viseras impresas con láminas de PVC o acetato. Entregamos más de 4.000 máscaras al personal de salud, de seguridad, y protección civil de Mendoza. Y desde antes ya venía involucrada en la tecnología con Nodo 39, el laboratorio que armamos con una amiga arquitecta y unos ingenieros para hacer diseño, prototipado, electrónica. Aprendí programación, electrónica… hasta reparaba drones con un amigo. A veces siento que me animo más a eso que a ejercer arquitectura.

Aprendí programación, electrónica… hasta reparaba drones con un amigo. A veces siento que me animo más a eso que a ejercer arquitectura. Aprendí programación, electrónica… hasta reparaba drones con un amigo. A veces siento que me animo más a eso que a ejercer arquitectura.

Alicia Correa Silvano, artista iconográfica, violinista, lutier, creadora de impresoras 3D y arquitecta
En misa cuando iba al monasterio de Tupungato, Alicia descubrió el arte iconográfico.

En misa cuando iba al monasterio de Tupungato, Alicia descubrió el arte iconográfico.

-¿Cómo fue que te convertiste también en sommelier de té?

-Con una amiga que ahora es cocinera y vive en Brasil, nos formamos y armamos un emprendimiento. Hacíamos degustaciones, vendíamos té, en una época en la que no estaba instalada esa cultura en Mendoza, que no había la movida turística que ahora hay. Hasta dimos capacitaciones de sommelier de té.

Siento que voy un poco antes de la novedad, que abro caminos. Quizás eso me define más que cualquier título. Siento que voy un poco antes de la novedad, que abro caminos. Quizás eso me define más que cualquier título.

Alicia Correa Silvano, artista iconográfica, violinista, lutier, creadora de impresoras 3D y arquitecta
La arquitecta reconoce que le cuesta definirse en un rubro en particular. Explora las artes a través de su profesión.

La arquitecta reconoce que le cuesta definirse en un rubro en particular. Explora las artes a través de su profesión.

La presión social de elegir una sola actividad para destacarse en la vida

-¿Nunca sentiste presión por “elegir una sola cosa” para dedicarte en tu vida?

-Todo el tiempo lo siento. A veces me pesa no destacarme en algo puntual. Pero en el medio hago lo que me gusta. ¿Por qué uno tiene que encasillarse en un rubro? Es un mandato cultural. Tal vez no encuentre nunca “mi” camino, o tal vez este sea mi camino: hacer un poco de todo.

-¿Cómo es tu vida familiar hoy?

-Mis papás siguen viviendo en Tupungato, mi mamá (Rita Silvano) es escribana y mi papá (Carlos Correa) es viticultor. Tengo tres hermanos (Carlos, abogado; Raquel, traductora de inglés; y Martín, escribano), yo soy la tercera. Y tengo cuatro sobrinos: Mili, Lulu, Emi y Álvaro. Hace un año y medio que vivo un poco acá y un poco allá, entre Mendoza capital y el valle. Medio nómade ando (ríe).

¿Por qué uno tiene que encasillarse en un rubro? Es un mandato cultural. Tal vez no encuentre nunca “mi” camino, o tal vez este sea mi camino: hacer un poco de todo. ¿Por qué uno tiene que encasillarse en un rubro? Es un mandato cultural. Tal vez no encuentre nunca “mi” camino, o tal vez este sea mi camino: hacer un poco de todo.

Alicia Correa Silvano con su familia.jpeg
La foto familiar de Alicia Correa Silvano, quien vive en Tupungato pero también en la capital mendocina.

La foto familiar de Alicia Correa Silvano, quien vive en Tupungato pero también en la capital mendocina.

-Si tuvieras que elegir una palabra para definirte, ¿cuál sería?

-Difícil… pero creo que diría "flexible". Y quizás también "curiosa". Eso, la curiosidad es lo que me llevó hasta acá, y es lo que me sigue moviendo.