Hace treinta años, las alacenas guardaban latas de durazno que rápidamente se convertían en un delicioso postre servido solo o acompañado por dulce de leche o crema. Sin embargo, las nuevas generaciones migraron y esa postal hoy aparece deslucida, tal vez antigua.
Productores de duraznos enfrentan el desafío de aggiornarse.
La lata de durazno, un clásico con futuro incierto.
Foto: Jacinto Diego/Unsplash.El ingeniero agrónomo Alain Boulet le aseguró a Pulso Rural que uno de los problemas del durazno es estructural. Se redujo mucho la superficie y están envejeciendo los montes frutales. Esto implica una caída en la producción: no sólo baja la cantidad de fruta, sino que también lo poco que se produce tiene menor tamaño.
Se estima que Mendoza cuenta con unas 3.500 hectáreas de cultivo cuando en 2017 había 6.800. De lo que queda, 60% es viejo; por ende, quedan muy pocas hectáreas para producir durazno a pleno.
¿Cuántos productores había hace 20 años? En 2004 existían más de 1.500 con 2 a 5 hectáreas productivas, la mayoría en el Sur y en el Este. En el Valle de Uco, el número de productores se reduce, pero su superficie aumenta.
Boulet fue contundente: "Si hoy hiciéramos un censo, encontraríamos como mucho 300 productores, pero la verdad es que los que realmente producen no son más de 80. Y allí se genera una importante concentración. La poca cantidad de hectáreas que quedan está en manos de pocos. El 80% de la producción está en manos de 26 productores".
Hay muchas latas de durazno guardadas
Los especialistas reconocen que el 2024 se pagó muy bien el kilo de durazno industrial pensando en que iba a haber una devaluación. ¿Qué pasó? Esa devaluación no llegó. Y además de pagarse cara la materia prima, la lata, el azúcar y el resto de los insumos, se cayó el consumo.
Estiman que en el mercado debe haber entre 20 y 25 millones de latas de durazno de stock que quedaron de la cosecha pasada en los distintos galpones de mayoristas de supermercado. Además, este año la cosecha se adelantó por cuestiones climáticas y fue relativamente normal. Se paga unos 25 centavos de dólar el kilo, lo que deja indefensos a los productores más pequeños.
Durazno e industria: una manera particular de trabajar
Los productores trabajan codo con codo con los industriales. La relación es mano a mano. Pero las fábricas, dijo el productor Martín Hinojosa a Conexión Agro (Radio Nihuil) juegan con la desesperación del alimento perecedero. Afirmó que no envían los envases para la cosecha (bines) y de esta manera se mueven sobre una delgada línea roja. Y remarcó que la relación de fuerzas es totalmente desigual.
"Se está hablando de precios similares o un poquito mejor a los del año pasado pero con costos duplicados. Hay que tener una mirada social en esto, para que el productor tenga tiempo para adaptarse", subrayó.
Analistas de la industria plantean un año muy complicado, con fuerte caída de consumo y pocas chances de exportar. Estiman que habrá 80 millones de latas de durazno que los argentinos no van a comer.
Argentina, ¿tierra privilegiada para el durazno?
Argentina es de los pocos países que produce durazno en el mundo. Son en total 8, con 4 de ellos en el Hemisferio Norte.
Los del Norte son Estados Unidos, España, Grecia y China, en tanto que los del Sur son Chile, Argentina, Brasil y Sudáfrica. En todos los países la reducción de la superficie de durazneros es una constante desde hace por lo menos 20 años.
Pero aquí se suma otro inconveniente, el atraso tecnológico. Alain Boulet lo resume de esta manera: "Ahora estamos haciendo plantaciones con variedades nuevas, pero van a producir dentro de cinco años. Combinación de factores: atraso tecnológico varietal, atraso tecnológico productivo, y reducción de la superficie, la tormenta perfecta que va llevando a que cada año va a haber menos durazno industria en Mendoza”.
El futuro de la lata de durazno
Según los especialistas consultados, la lata está dejando de ser el envase principal. Los consumidores mudan y quieren ver el producto. Vidrio, envases de plástico, lo que sea, pero el durazno debe estar visible.
La lata es pesada, difícil de transportar, difícil de abrir. Es una opción, pero se necesitan variantes individuales, incluso pensando en las meriendas escolares.
Boulet remata: "La lata va a convivir. De hecho, en otros países sigue vigente. Lo que pasa es que está en el estante de más bajo en la góndola".