En una sociedad donde las mujeres llevan las riendas, ¿cómo es ser un hombre?

A orillas del lago Lugu, en la provincia de Yunnan, visitantes de todo el mundo llegan para explorar esta cuestión en una casa de madera en la aldea de Luoshui, en Lijiang.

Geze Duoji, de 54 años, miembro del pueblo mosuo —que cuenta con más de 50.000 personas—, se sienta en lo que tradicionalmente se conoce como la “habitación de la abuela”, compartiendo historias sobre la cultura única de su comunidad y su evolución en la sociedad moderna.

Aquí, en una de las últimas sociedades matrilineales del mundo, las mujeres lideran el camino y las relaciones siguen una dinámica única en el planeta.

“Practicamos un sistema llamado zouhun, o matrimonio ambulante”, explica Geze a los visitantes, agregando que, para los mosuo, las relaciones se basan únicamente en el afecto mutuo, sin presiones económicas ni sociales.

“En un matrimonio ambulante, los hombres visitan a sus parejas por la noche. Llegan después de que la familia de la mujer se haya dormido, generalmente alrededor de la medianoche, y se van antes del amanecer para regresar con su propia familia”, continúa.

En la sociedad mosuo, las familias extendidas giran en torno a las abuelas, formando hogares muy unidos donde las pertenencias se comparten equitativamente entre todos. Tanto hombres como mujeres asumen la responsabilidad de criar a todos los niños de la familia, sin importar quiénes sean los padres biológicos, en un enfoque colectivo de la crianza.

Los niños heredan el apellido de su madre, y las decisiones sobre planificación familiar, como cuántos hijos tener y cuándo, son tomadas principalmente por las mujeres, a menudo en consulta con otros miembros de la familia.

“Nuestro idioma ni siquiera tiene una palabra para ‘tía’”, cuenta Geze a su audiencia. “Todas las hermanas de tu madre son tus madres. No importa quién te haya dado a luz”.

Gracias a esta estructura social única, señala Geze, las relaciones entre hombres y mujeres están libres de posesividad, celos o preocupaciones por el estatus económico. De hecho, en la sociedad mosuo casi no hay viudas, huérfanos, guerras ni crímenes.

Algunos la consideran una utopía, a menudo comparada con la mítica “Shangri-La”.

El concepto de “Shangri-La” fue popularizado por el novelista británico James Hilton en su obra Horizonte perdido (1933). Hilton describió un pequeño y armonioso pueblo escondido en las montañas Kunlun, donde los habitantes vivían en eterna felicidad y juventud. Desde entonces, este lugar mítico se ha convertido en sinónimo de paraíso terrenal.

Antes de la década de 1990, el turismo doméstico prácticamente no existía, recuerda Geze. Los pocos visitantes eran principalmente académicos y fotógrafos interesados en conocer esta cultura tan inusual. Estos visitantes eran, en su mayoría, mochileros extranjeros y delegaciones oficiales.

Inicialmente, los mosuo no estaban familiarizados con las transacciones monetarias y dependían del trueque. Para promover el desarrollo del turismo local, el gobierno ayudó a establecer un sistema de tarifas, lo que dio origen a una industria turística regulada.

Hoy, la familia de Geze recibe varios grupos de turistas al día en sus “visitas a hogares mosuo”, permitiéndoles conocer de primera mano su estilo de vida. “Pasamos de depender completamente de la tierra a alejarnos gradualmente de ella. Esta transformación ha traído más opciones y libertad. Aunque el clima afecta las cosechas, los ingresos del turismo garantizan un sustento estable”, concluye Geze.

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